Mateo el burro
Jorge Llera Martínez
Era un pobre burro que le
llamaban Mateo; toda su vida había
soportando el abuso de otros animales de la granja y de la gente, sin retobar
ni defenderse; siempre sumiso, humilde y de buen humor, cargando a veces bultos
tan pesados y grandes que lo envolvían
como hojas de tamal. Sus amos eran crueles porque lo trataban a palos para que
caminara aunque se estuviera tropezando por el peso de la carga. Siempre estaba
adolorido cuando llegaba a su corral y comía la poca pastura que le dejaban los demás animales en el
comedero.
Tenía dos amigos ratones que
lo visitaban durante la noche y les gustaba conversar. Estaban decididos a que
Mateo levantara su autoestima, que se quisiera y modificara su actitud ante la
vida. Siempre le decían que
sus amos abusaban de él, que
le ponían más carga de la que debía de llevar y que si lo
seguían haciendo lo iban a
lastimar y como ya no podría
cargar lo iban a mandar al rastro y lo convertirían en salchichas de
burro. Esto lo espantaba y rebuznaba de miedo. Les decía qué "toda su vida había sido sólo un pobre burro y que
no sabría cómo cambiar". Después de varios meses de
estarlo convenciendo a que cambiara de vida, planearon entre los tres forzar a sus amos a que lo trataran con
respeto, para que él
pudiera hacer su trabajo con dignidad de burro contento.
Así, al otro día, cuando comenzaron a
cargarlo y consideró que
ya era el peso que podía
aguantar sin lastimarse, empezó a
caminar; le jalaron del bozal para que se detuviera y ponerle más carga, pero se hacía de lado. Lo detenían nuevamente y lo querían cargar y ahora se hacía del otro lado. Lo detenían de los dos lados y se
hacía para atrás. Lo jalaban y se tiraba
al piso. Total qué le
dieron un latigazo y sin pensarlo dos veces, comenzó a repartir coces. De las
patadas, tiró a dos en el lodo y a uno
que se había
escapado, le dio tremenda mordida.
Por fin, los amos se convencieron que no podían cargarlo más de lo debido.
Durante varios días se repitió ésta situación, hasta que lo entendieron
y comenzaron a mantener baja la carga
que le ponían.
Por otra parte, comenzó a
luchar con los otros animales por su comida en el pesebre y no conformarse con
lo que le dejaban. Así, una
noche, hizo a un lado a dos vacas metiéndose
entre ellas y diciéndoles:
- ¡A un lado señoras, están muy gordas y...ni leche
producen!
A lo que contestó una de ellas -¡Majadero, dejaras de ser
burro!- pero se hicieron a un lado.
Sus amigos ratones, le
llevaron una noche un espejo y le preguntaron ¿Que es lo que ves? -Un
burro viejo- contestó.
- ¡No, le dijo uno de ellos.
Serás un burro sucio, eso sí!
- Así que vamos a mejorar tu
imagen- Y diciendo esto, comenzaron a bañarlo con chorros de
agua de
la manguera. Después lo
cepillaron y quedó súper limpio.
Al día siguiente, los amos no
podían creer lo que veían: "todo un señor burro". Lo
cargaron con cuidado y lo llevaron al mercado.
Por el camino se
encontraron otros campesinos con sus burros y
comentaron: "que lindo burro, parece caballo".
Él pensó: "Caballo no, un
burro... hermoso y digno"
2 de Diciembre de 2011.
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