Frío invierno
Sonó
el despertador brevemente, nadie se movió. Pasaron diez minutos más, e insistió
de manera enérgica. Asomó una mano debajo del cobertor, lo apagó y se volvió a
meter presurosa a su cálido refugio.
Llovía desde hace cinco días; el frío
de invierno, acompañado de un viento que lastimaba, obligaba a los transeúntes
a buscar protección inmediata en algún local de las calles vacías. El deshielo
de la mañana provocaba que las gotas formaran aguanieve en el pavimento,
confundiéndose con el lodo en el borde de las banquetas.
- ¡Arsenio son las ocho! ¿No vas a
trabajar?
La mano asomó nuevamente, seguida de
una pierna cubierta de franela y calzada por calcetines de lana con rayas de
colores. Buscó los espejuelos y los llevó debajo del cobertor. Por fin, emergió
Arsenio haciendo a un lado toda su cobertura -
¡Qué maldito frío y nosotros sin calefacción!
Se levantó Antonia, balanceando sus
ochenta kilos dentro del camisón rosa plagado de flores y ostentando la tubería
que cubría su cabeza y la máscara pastosa que prometía algún día reparar su
ajado cutis.
- ¡Llama al plomero! Te he insistido
que lo hagas, desde hace meses.
- Cuando llegue del trabajo lo
reparo –respondió bostezando.
Salió cubierto por un grueso abrigo,
guantes, sombrero y una bufanda que le cubría el cuello y parte de la cara.
Durante el camino, varias veces tuvo que limpiar sus gafas que el vapor de su
respiración empañaba.
En la oficina, sólo el calor de los
cuerpos pidiendo atención administrativa calentaba el ambiente. Las mismas
caras, problemas y soluciones de todos los días.
Al llegar de la oficina cumplió su
ofrecimiento de la mañana. Sacó su caja de herramientas y bajó al sótano a
buscar el desperfecto. Localizó el tubo doblado en un rincón junto a una maraña
de cables. Cerró la llave maestra del gas, cortó y anexó el pedazo
correspondiente y volvió a abrir la llave. Probó que no hubiera fugas y encontró una pequeña,
por lo que dio un ligero apretón y.... ¡Boom! Se escucho una estruendosa
explosión que retumbó en toda la casa.
En una cama del hospital, sin sus
imprescindibles espejuelos, Arsenio escuchaba, acompañado de su esposa, el
parte médico: -Tiene quemaduras de primero, segundo y tercer grado por todo el cuerpo, y fracturas
en clavícula y fémur derecho, por lo que tendrá que reposar y estar en cama por
lo menos dos meses.
Él pensó: Parte de enero, febrero y marzo... ya libré el invierno, calientito.
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