martes, 22 de mayo de 2012

Frío invierno


   Frío invierno


Sonó el despertador brevemente, nadie se movió. Pasaron diez minutos más, e insistió de manera enérgica. Asomó una mano debajo del cobertor, lo apagó y se volvió a meter presurosa a su cálido refugio.
            Llovía desde hace cinco días; el frío de invierno, acompañado de un viento que lastimaba, obligaba a los transeúntes a buscar protección inmediata en algún local de las calles vacías. El deshielo de la mañana provocaba que las gotas formaran aguanieve en el pavimento, confundiéndose con el lodo en el borde de las banquetas.
            - ¡Arsenio son las ocho! ¿No vas a trabajar?
            La mano asomó nuevamente, seguida de una pierna cubierta de franela y calzada por calcetines de lana con rayas de colores. Buscó los espejuelos y los llevó debajo del cobertor. Por fin, emergió Arsenio haciendo a un lado toda su cobertura -  ¡Qué maldito frío y nosotros sin calefacción!
            Se levantó Antonia, balanceando sus ochenta kilos dentro del camisón rosa plagado de flores y ostentando la tubería que cubría su cabeza y la máscara pastosa que prometía algún día reparar su ajado cutis.
            - ¡Llama al plomero! Te he insistido que lo hagas, desde hace meses.
            - Cuando llegue del trabajo lo reparo –respondió bostezando.
            Salió cubierto por un grueso abrigo, guantes, sombrero y una bufanda que le cubría el cuello y parte de la cara. Durante el camino, varias veces tuvo que limpiar sus gafas que el vapor de su respiración empañaba.
            En la oficina, sólo el calor de los cuerpos pidiendo atención administrativa calentaba el ambiente. Las mismas caras, problemas y soluciones de todos los días.
            Al llegar de la oficina cumplió su ofrecimiento de la mañana. Sacó su caja de herramientas y bajó al sótano a buscar el desperfecto. Localizó el tubo doblado en un rincón junto a una maraña de cables. Cerró la llave maestra del gas, cortó y anexó el pedazo correspondiente y volvió a abrir la llave. Probó  que no hubiera fugas y encontró una pequeña, por lo que dio un ligero apretón y.... ¡Boom! Se escucho una estruendosa explosión  que retumbó en toda la casa.
            En una cama del hospital, sin sus imprescindibles espejuelos, Arsenio escuchaba, acompañado de su esposa, el parte médico: -Tiene quemaduras de primero, segundo  y tercer grado por todo el cuerpo, y fracturas en clavícula y fémur derecho, por lo que tendrá que reposar y estar en cama por lo menos dos meses.
            Él pensó: Parte de enero, febrero y marzo... ya libré el invierno, calientito.


 

   

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