martes, 22 de mayo de 2012

Andrés y las semillas mágicas


Andrés y las semillas mágicas
Jorge  Llera Martinez
Andrés vivía con su madre viuda, en uno de los barrios más pobres del Estado de México. Su casa era un cuarto de láminas de cartón.
Su madre perdió el trabajo, por lo que decidieron vender el único bien que tenían, una vaca vieja que alguna vez dio leche y ahora... sólo  lástima.
Era de madrugada cuando Andrés salió rumbo al rastro seguido de la fiel vaca que ignoraba su fatal destino.
Por la tarde regresó a su choza y le dijo a su madre: ¡nuestra suerte va a cambiar! tendremos trabajo, escuela, salud y...
- ¡Espera, espera! ¿Cuanto te dieron por la vaca?
- Bueno, no me dieron dinero, pero sí algo más valioso.
Y abriendo su mano le enseñó siete semillas que destellaban en la oscuridad de la choza.
- ¡Si serás tarugo!, ¿ahora que vamos a comer? y le soltó tremendo cachetadón que lo hizo trastabillar y soltar las semillas, que cayeron al suelo fuera de la choza. Trató de recogerlas, pero sólo pudo localizar seis.
Cuando la madre se calmó, le comentó lo que le había sucedido: Le dijo que encontró en el camino a un hombre viejo, de barba y pelo largo, vestido con una túnica azul y que caminaba apoyándose en un bastón. Dijo ser "La luz del entendimiento" y  le propuso cambiar la vaca,  por siete semillas mágicas que iban a transformar su vida y la de su país. Al decirle que no le creía, el anciano le pidió que le prestara sus manos y las estrechó entre las suyas. De inmediato vislumbró, como en un sueño, que todo lo conocido se transformaba: había comida, todos tenían trabajo, había escuelas y hospitales gratuitos...los políticos y gobernantes eran honrados.
El anciano le dijo que la visión podría ser realizable.Que el futuro sería muy triste si persistieran políticos y empresarios rapaces, que buscan  su beneficio personal a costa de los recursos naturales del país y del trabajo de sus habitantes. Le comentó que el dirigente de ellos es un ex-presidente perverso que vive en una fortaleza sobre las nubes y conserva en un cofre el polvo de los valores morales, cívicos y sociales que le robó al pueblo; "debes recuperarlos y abonar con ellos las semillas que te estoy cambiando por tu vaca. Siémbralas por la noche en la Alameda y que el pueblo consuma los frutos que les darán a partir de mañana"
- ¿Que comiste hijo que estás alucinando? Por lo pronto, ya nos quedamos sin cenar y sin desayunar. A ver cuanto consigues mañana - le dijo su madre-.
A la mañana siguiente, se levantó Andrés y observó enfrente de su choza, una planta gigantesca  que se elevaba hasta el cielo y se perdía al atravesar las nubes.
Corrió lo más veloz que pudo hasta llegar a la alameda y lo que vio lo dejó estupefacto: seis soberbios arboles en los lugares dónde había plantado las semillas. Sólo uno tenía frutos: notó que después de consumirlos, la gente comenzaba a pensar democráticamente. A los pocos días, otro árbol comenzó a producir, al probar los frutos la gente  actuaba solidariamente y participaba socialmente en el fortalecimiento de  organizaciones; a tal grado que, al finalizar la semana derrocaron al gobierno opresor. Poco después, cosecharon los frutos del el tercer árbol: que los motivaron a crear empresas que generaron fuentes de empleo. El cuarto árbol produjo  frutos  que hicieron que la  gente se preocupara por conservar los recursos naturales. Los frutos del quinto árbol, propiciaron que la población se interesara en la cultura y educación. Por fin, los del último árbol incitaron al pueblo a exigir al nuevo gobierno la creación de clínicas médicas y un servicio de salud gratuito y de calidad.
Al tercer día de haber crecido el árbol frente a su choza, Andrés decidió ir a buscar el cofre con los valores del pueblo. Lo Escaló y llegó al ras de la capa de nubes. A lo lejos, divisó un enorme castillo y se encaminó a él. Esperó al cambio de guardia y aprovechó el momento para  introducirse; vagó por las habitaciones hasta que en una vio dormido a un enano: orejón, con bigotes y calvo que dormitaba plácidamente. En un mueble enfrente de la cama, estaba el codiciado cofre. Se acercó silenciosamente y lo tomó entre sus manos. Al hacerlo, el perico que estaba posado en una percha enfrente de él, comenzó a gritar -¡Al ladrón!, ¡Al ladrón!- El enano volteó un poco la cabeza y lo reprendió - ¡ya te he dicho que no te tomes esas confianzas conmigo o, terminarás en mi plato!- Dicho lo cual, se volvió a dormir.
Andrés salió del castillo; al llegar al tronco del árbol fue descubierto por los guardias que lo persiguieron y comenzaron a bajar tras  él. Al llegar al piso les llevaba un buen trecho, por lo que tomó un hacha y después de varios golpes, derribó el árbol y con él a sus perseguidores.
Se encaminó a la Alameda y abonó con el polvo de los valores a los arboles mágicos.
Desde entonces el pueblo vive en armonía, paz y prosperidad y Andrés es un ciudadano respetado y querido.
24 de  noviembre de 2011.

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